
CADA COSA TIENE SU BOLSILLO
Sabía que era una estafadora. Su mediocre interpretación de una gitana la delataba. Sabía que me iban a tumbar, pero la mujer estaba irresistible y le abrí la puerta al diálogo.
-Cariño ¿Quieres que te lea las cartas? – me dijo con tono melcochudo.
-Sí no es mucha molestia, soy Orlando, Orlando Buitrago Cruz- le respondí coqueto.
-Sus cartas dicen que le espera un largo viaje.
- ¿Me van a tener que llevar de urgencias a la EPS? –pregunté asustado.
- No. No sea bruto. No me refiero a ese viaje. Me refiero a un viaje en Expreso Bolivariano. Lo veo claro, usted está reclinado como un magnate, en una silla muy cercana al baño del bus.
-Me surge una duda ¿Por qué en bus? ¿Por qué no, en avión?
-Yo a usted no lo voy a engañar señor. Con esa pinta de vaciado, no veo como vaya a levantar el dinero para pagar un tiquete aéreo. Antes agradezca que lo estoy mandando en servicio especial.
-Bueno gitanita me tengo que ir. Gracias por su información.
-Nada de gracias, muñeco. Me debes $40.000.
Le entregué el dinero y ella lo depositó entre su seno. Si los cálculos no me fallan era una billetera talla 36. Ya me retiraba, pero la gitana me detuvo, y me entregó una bolsa miniatura, que al parecer contenía una piedra:
-Tome, éste es un amuleto para la buena suerte.
-Gracias, que detalle, tan bonito- le dije.
-Nada de detalle bonito, muñeco. Preste para acá otros $10.000
Le di un billete de $20.000 y ella los guardó entre el bolsillo derecho de su falda larga.
- ¿Por qué no los guardó entre el seno? – le pregunté.
- A ver muñeco, Hay que saber distribuir los ingresos. Yo guardo mis ingresos operacionales allá arriba, y mis ingresos no operacionales aquí al ladito.
Del bolsillo izquierdo sacó un billete de diez mil y me dio el cambio. Yo lo metí un poco más debajo de la pretina del pantalón.
-Que ordinario ¿por qué no los guardo en un bolsillo del pantalón? – preguntó
-Es que ahí guardo los ahorritos para mis gastos no operacionales- le respondí coqueto.
-¿Tienes muchos ahorros? – Preguntó con malicia coqueta
-Lo que percibes son sólo ahorros – respondí nuevamente coqueto.
Hasta ahí me acuerdo. Desperté en un motel, vestido y sin ahorros, y que yo sepa no disfrute ni un peso. Desde entonces, no he podido incurrir en ningún gasto no operacional, ahorrar es cada vez más difícil.